Immanuel Kant (1724-1804)
Fue uno de los filósofos europeos más importantes desde la
antigüedad; muchos dirían simplemente que es el más importante. Llevó una vida
extraordinariamente tranquila en la alejada ciudad prusiana de Königsberg (hoy
Kaliningrado en Rusia), y publicó una serie de obras importantes en sus últimos
años. Sus escritos sobre ética se caracterizan por un incondicional compromiso
con la libertad humana, con la dignidad del hombre y con la concepción de que
la obligación moral no deriva ni de Dios, ni de las autoridades y comunidades
humanas ni de las preferencias o deseos de los agentes humanos, sino de la
razón.
En la filosofía anterior a Kant se aceptaba la realidad de un
sujeto que conoce y de otra, ajena a él, que es conocida. Kant sitúa al ser
humano en el centro y dice que ese sujeto que conoce lo hace de manera activa y
que, de alguna manera, filtra y modifica la realidad que está conociendo.
La filosofía es la respuesta. Tras iniciarse en el
conocimiento del mundo gracias a su interés por la física, Kant se consagró a
la filosofía en todas sus facetas: a su enseñanza, su revisión y crítica, su
incesante cultivo. Pero ¿qué fue para él la filosofía? ¡Todo!, sería una respuesta
simplista, pero verdadera. Para Kant, la filosofía engloba la relación de todos
los acontecimientos con los fines esenciales a los que tiende la razón humana.
De ese modo se distinguen tres apartados, tres preguntas cuya respuesta es la
misma: la filosofía.
- ¿Qué puedo conocer? La filosofía establece los límites y
los principios que hacen posible un conocimiento científico de todo lo que
existe, de los seres físicos y de la naturaleza.
- ¿Qué debo hacer? La filosofía determina los principios de las
acciones del hombre y las condiciones de su libertad.
- ¿Qué puedo esperar? A la filosofía corresponde delinear el
destino del ser humano y evaluar las condiciones y posibilidades de su
realización.
A cada una de las tres preguntas, Kant dedicó una de sus obras
capitales. A la primera, la Crítica de la razón pura; a la segunda,
la Crítica de la razón práctica; a la última, la Crítica del
juicio. A la respuesta, a la filosofía, le entregó su vida entera.
ÉTICA
KANTIANA
La ética kantiana es una teoría ética deontológica
(tratado o disciplina que se centra en el análisis de los deberes y de los
valores regidos por la moral) formulada por el filósofo Immanuel Kant.
Central a la construcción kantiana de la ley moral es el imperativo
categórico, que actúa sobre todas las personas, sin importar sus intereses o
deseos. Kant lo formuló de varias maneras.
El acto moral: Los actos, según Kant, no son ni buenos
ni malos; bueno o malo es sólo el sujeto que los realiza. Si un
individuo actúa por temor y no por respeto al deber implícito en la ley moral,
sus acciones no serán morales.
La cuestión central en torno a la cual dispone Kant su
doctrina ética es la de «¿qué debo hacer?» El filósofo intenta
identificar los principios fundamentales de acción, que debemos adoptar. Su
respuesta se formula sin referencia alguna a una concepción supuestamente objetiva
del bien para el hombre. El propósito central de Kant es concebir los
principios de la ética según procedimientos racionales.
Kant habla de la
acción que tendría que hacer alguien que tuviese una máxima moralmente
válida como una acción «de conformidad con el deber». Esta acción es
obligatoria y su omisión está prohibida.
En vez de suponer una formulación determinada del bien, y de
utilizarla como base para determinar lo que debemos hacer, utiliza una
formulación de los principios éticos para determinar en qué consiste tener una
buena voluntad. Sólo se plantea una cuestión más bien mínima, a saber: ¿qué
máximas o principios fundamentales podría adoptar una pluralidad de personas
sin suponer nada específico sobre los deseos de las personas o sus relaciones
sociales? Han de rechazarse los
principios que no puedan servir para una pluralidad de personas: la
idea es que el principio moral tiene que ser un principio para todos. La
moralidad comienza con el rechazo de los principios no universalizables. Esta
idea se formula como una exigencia, que Kant denomina «el imperativo
categórico», o en términos más generales la Ley moral. Su versión más conocida
dice así: «obra sólo según la máxima que al mismo tiempo puedas querer se
convierta una ley universal», lo cual significa que sólo obramos moralmente cuando podemos querer que el principio de nuestro querer se convierta en ley válida para todos. Esta es la clave de la ética de Kant, y se
utiliza para clasificar las máximas que pueden adoptar las personas..
2020. clase 3 Actividad (en grupo de whatsapp) Dilema moral
Si Dios ha muerto o nunca ha existido, como afirma Friedrich Nietzsche y como sostiene Iván Karamazov, tendremos que ser responsables de nuestros propios actos. No podremos orientar nuestro comportamiento en pos de una vida en el más allá, donde seremos gratificados por nuestra buena conducta o castigados por nuestros pecados.
Los escritos sobre ética de Kant se caracterizan por un incondicional compromiso con la libertad humana, con la dignidad del hombre y con la concepción de que la obligación moral no deriva ni de Dios, ni de las autoridades y comunidades humanas ni de las preferencias o deseos de los agentes humanos, sino de la razón. El filósofo nos habla de un obrar moralmente bueno e intenta identificar los principios fundamentales de acción, que debemos adoptar y éstos deben ser válidos para todos, lo cual significa que sólo obramos moralmente cuando podemos querer que el principio de nuestro querer se convierta en ley válida para todos.
En resumen, Kant lo que dice es que nuestro accionar debe ser conforme al deber, sin importar las consecuencias de las mismas. Nosotros debemos actuar moralmente bien, esto significa que no tenemos que actuar pensando en las consecuencias. Y nuestra acción debe ser una acción válida para todos y en todas las circunstancias, es decir, que no podemos elegir cuando actuar de una manera o de otra según la circunstancia, sino que NUESTRA ACCIÓN SIEMPRE DEBE SER MORALMENTE BUENA.
A pesar de que Kant evita en buena medida hablar de lo bueno y lo malo, él entiende que existe algo absolutamente bueno: lo bueno incondicionado. Esto es la buena voluntad, el deseo de hacer siempre las cosas rectamente, no sólo conforme a la ley moral sino por respeto a la misma.
Kant se opone a toda ética que valore los actos por sus fines
Lo que importa no es el fin de los actos ni los resultados concretos. Lo único que importa es el querer, es decir, la intención del acto. Y la única intención que hace que un acto sea bueno es la intención de cumplir el deber.
Sólo es buena la conducta que se realiza por deber. No importa la utilidad de esa conducta o si logra algún resultado.
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